Ruidos molestos en el consorcio
Los ruidos molestos son una de las principales causas de conflicto entre los vecinos de un consorcio. Se trata de sonidos que, por su volumen, reiteración o persistencia, exceden la normal tolerancia y perturban el descanso, la convivencia o la tranquilidad pública. Los ruidos molestos pueden provenir de diversas fuentes, como música fuerte, gritos, discusiones, portazos, taladros, animales domésticos, actividades comerciales o industriales, etc.

Ante esta problemática, ¿qué puede hacer el propietario afectado y cómo debe actuar el administrador de consorcios? En primer lugar, se recomienda intentar una solución pacífica y dialogada con el vecino que genera los ruidos, explicándole la situación y solicitándole que modere su conducta. Si esto no da resultado, se puede recurrir al reglamento de propiedad horizontal o al reglamento interno del consorcio, si es que contemplan alguna norma al respecto. Por ejemplo, algunos reglamentos establecen horarios permitidos para realizar actividades ruidosas o sanciones internas para los infractores.
Si tampoco se logra una solución por esta vía, se puede denunciar la situación ante la Justicia Contravencional y de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires.
El Código Contravencional de la Ciudad prevé en su artículo 82 una sanción de uno (1) a cinco (5) días de trabajo de utilidad pública o multa de doscientos a mil pesos para quien perturbe el descanso o la tranquilidad pública mediante ruidos molestos. La acción judicial puede ser iniciada por el consorcio o por el propietario afectado, y tiene como objetivo hacer cesar la infracción.
El administrador de consorcios tiene un rol importante en la prevención y resolución de los conflictos por ruidos molestos. Entre sus funciones se encuentran: informar y hacer cumplir el reglamento de propiedad horizontal y el reglamento interno del consorcio; mediar entre los vecinos en caso de disputas; asesorar y acompañar al propietario afectado en caso de que decida iniciar una acción judicial; y colaborar con las autoridades competentes en caso de que se requiera su intervención.
Los ruidos molestos son un problema que afecta la calidad de vida de los habitantes de un consorcio. Por eso, es importante que todos los vecinos respeten las normas de convivencia y que el administrador de consorcios actúe con diligencia y profesionalismo ante cualquier situación conflictiva. De esta manera, se podrá garantizar un ambiente armonioso y pacífico para todos.